Sus pisadas resonaban en la
hierba y llegaban a sus oídos con toda claridad. El bosque por el que caminaba
se encontraba en el más absoluto silencio, apenas mancillado por alguna ráfaga
de viento que agitaba las ramas en las copas de los árboles. No había ni rastro
de vida a su alrededor y apenas podía oír algún ruido aparte del que producían
sus sandalias. Su única compañía eran una lanza de madera y una pequeña bolsa
con algunos utensilios.
Garnicles apenas podía
recordar cuando había iniciado aquel viaje, su mente se hallaba ocupada en
otros asuntos. Recuerdos de antaño.
Llevaba ya varias horas
caminando por el bosque y comenzó a sentirse hastiado del ruido de sus pasos y
de la monótona frondosidad que lo envolvía. Decidió trepar un árbol para
poder emerger por encima del bosque y sentir de nuevo el abrazo del aire.
Escogió uno de los árboles más robustos y altos que pudo encontrar y comenzó a
subir por su tronco valiéndose de sus ágiles movimientos y su poderosa
musculatura. Para él era un juego de niños pero cualquiera que lo hubiera visto
trepar habría dudado si estaba viendo a un hombre ó a un mono. Cuando al fin
coronó el árbol, pudo contemplar la inmensidad del bosque, una gran sábana
verde que cubría muchos kilómetros del territorio de Laconia. A lo lejos más
hacia el norte, se alzaban imponentes las montañas de Arcadia. El sur quedaba
cubierto totalmente por las aguas del Egeo.
El cielo estaba gris y nuboso,
y al sol no le quedaba más remedio que ocultarse tras su velo. Garnicles pudo
sentir el contacto del fresco aire y se sintió reconfortado. La naturaleza
formaba parte de él. Había sido su nueva madre desde que, al entrar en la Agogé, le separaron de
aquella que lo concibió. Se le había obligado a vagar por los campos, los
bosques y las montañas en las más pésimas condiciones, sin alimentos, sin agua
y sin apenas ropa. Su inteligencia, su disciplina y su fortaleza eran las
únicas herramientas de que disponía para sobrevivir. Ello formaba parte de un
entrenamiento que sólo tenía dos posibles finales: morir ó llegar a ser uno de
los guerreros más fuertes de La
Tierra.
Mientras sentía el efecto
vigorizante del aire cerró los ojos y alzó los brazos al cielo, como dando las
gracias por este precioso regalo a los Anemoi, los Dioses del Viento.
Entonces el silencio sucumbió
de repente cuando un rayo cruzó el cielo seguido muy de cerca por el trueno, su
eterno perseguidor. Inmediatamente el cielo comenzó a llorar, y sus lágrimas
eran muy abundantes. Garnicles decidió bajar del árbol para intentar buscar un
refugio donde pasar la noche. Tras llegar al suelo con rapidez, oyó de nuevo
otro trueno, esta vez más fuerte, y la lluvia comenzó a intensificarse. «Zeus
está especialmente irascible», este pensamiento cruzó la mente del muchacho
cuando, de repente, un rayo cayó cerca de su posición e hizo estallar uno los
árboles más pequeños del bosque. Las astillas de madera quemada cayeron sobre
él pero no le lastimaron ya que se movió con la velocidad de una pantera y
consiguió esquivarlas a duras penas.
No esperó a que Zeus le
obsequiara con otro de sus regalos. Sujetando bien la lanza y la bolsa, echó a
correr por el bosque. No podía ver bien, la lluvia era cada vez más cerrada y
la noche estaba arrivando con una rapidez antinatural. Además, el bosque se estaba
haciendo más y más frondoso conforme se adentraba en él, y tenía que ir
apartando ramas que se le echaban encima sin piedad, como si se encontrara en
uno de sus habituales combates en la Agogé. Mientras las esquivaba y las golpeaba, no
podía evitar pensar en el gran parecido que tenía esta situación con la que se
presentaba habitualmente en las luchas contra sus maestros, peleando medio
ciego por la sangre y el sudor, rodeado por sombras mortíferas que amenazaban
su vida.
Sombras... había muchas
sombras, cada vez podía ver más y más... lo rodeaban por delante, por detrás, a
los lados... por más que golpeara con toda su hercúlea fuerza y derribara una
sombra siempre surgían otras tres en su lugar para interponerse en su carrera.
El agotamiento y la desesperación estaban empezando a hacer mella en Garnicles
y ya no podía distinguir bien las formas de esas sombras... a veces le parecían
árboles, a veces le parecían instructores ó compañeros de la Agogé, a veces incluso
parecían tener siluetas deformes y grotescas, como si se tratara de demonios
del Tártaro...
Pero no, un espartano puede
morir en combate pero nunca sucumbir al miedo ni a la desesperación. Buscando
fuerzas en los rincones más inexplorados de su cuerpo y de su alma, Garnicles
apretó los dientes y acometió con la devastadora potencia del mar cuando golpea
en los acantilados. Todo su universo se redujo a destrozar y pisotear las
oscuras formas que intentaban pararlo, acabar con los enemigos sin vacilación y
sin temor alguno. No existía el bosque, ni el aire, ni siquiera Esparta...
corría por un vacío de oscuridad que parecía no tener fin...
Autor: Tulkas Hammer Pain
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Autor: Jonathan Emanuel Lewenhaupt
https://www.flickr.com/photos/lewenhaupt/3285626490/
¡Hola!
ResponderEliminarsoy nuevo por aquí y siempre he sentido fascinación por Esparta y los relatos épicos.
Espero con ansías la continuación...
Frederick
¡Sé bienvenido a este humilde lugar Fred! a mi también me fascinan los relatos de ese estilo como bien has visto jeje, pronto tendrás la continuación..
Eliminar¡Saludos!
Sólo con leer las primeras líneas de esta nueva parte, irremediablemente has de seguir leyendo, pues se hace cada vez más interesante. Me sentí como Garnicles, oteando desde la copa del árbol la cordillera de Arcadia y luchando luego contra las sombras del miedo : )
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Gracias por tu comentario amigo Juan, así realmente dan ganas de continuar con la historia sin importar la agenda ni el cansancio del día a día jeje. Me alegra que te hayas podido meter en la piel de Garnicles durante un rato ;)
Eliminar¡Abrazos!
Muy buen relato, como siempre. Es bien sabido que la preparacion de un espartano era la más completa de su tiempo. Lo comparto.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Toni! Pronto seguiré con la emocionante historia de este espartano entre espartanos...
Eliminar¡Un abrazo!
Qué apasionante es el mundo de los espartanos. Magnífico relato Hammer. Esperaremos la continuación. Un saludo
ResponderEliminar¡Gracias Miguel Angel! a ver si pronto puedo publicar la apasionante continuación... ;)
Eliminar¡Saludos!
Garnicles es todo un representante de la cultura espartana, espero la continuación, un abrazo Hammer
ResponderEliminarHola amiga, tienes toda la razón jeje, pronto continuaré con esta historia :)
EliminarUn abrazo
Espere tanto la continuación,que me la embutí como gota en el desierto,y espero con mas aqnsias la siguiente parte.
ResponderEliminarVaya amigo Pavel, me alegra que esta historia te resulte tan interesantísima, es un hagalo para mí!! :)
EliminarUn saludo, pronto tendrás la continuación
Cual sera el destino, que les depara el camino.
ResponderEliminarsaludos
¡Bienvenido! pronto se sabrá.. ;)
ResponderEliminarSaludos
Hola Hammer:
ResponderEliminarMe tienes enganchada al relato... El agotamiento y la desesperación estaban empezando a hacer mella en Garnicles...
Saludos cálidos desde Tarragona.
¡Hola Elisa! me alegra que te tenga tan enganchada esta historia, es genial ver el fruto de tu trabajo :)
Eliminar¡Un abrazo!
Buena historia, amigo mío. Espero la continuación.
ResponderEliminarMuchas gracias amigo José Luis, ¡la tendrás pronto!
EliminarUn abrazo
Leído con sumo interés. He oído las pisadas, sentido el frescor del bosque pero también el miedo y la incertidumbre...
ResponderEliminarMuy buena entrada.
Un abrazo
¡Hola de nuevo Marybel! me alegra mucho que te haya gustado y que hayas sentido la narración tan profundamente :)
EliminarSaludos
Hola, Hammer;
ResponderEliminarComo dije de la primera parte: ¡excelente! Qué maravillosas imágenes y qué poéticas descripciones.
Espero ansiosa la continuación :)
¡Muchas gracias Nieves! se agradece mucho tu comentario, pronto tendrás la continuación :)
Eliminar¡Un abrazo!
Hola Hammer.
ResponderEliminarDe nuevo por aquí leyendo el segundo relato del escudo del espartano. Garnicles está un poco perdido en ese bosque, y la mente la tiene en otro sitio, esperemos que eso no sea un problema para deshacerse de esas sombras.
Saludos y comparto.
¡Hola José! como ves la cosa se pone interesante por el bosque, veremos lo que ocurre con Garnicles ;)
Eliminar¡Un abrazo!
Una vez más, como con el capítulo anterior, quedó encantado con tu forma de escribir y las batallas de Garnicles contra los elementos.
ResponderEliminarTe dejo una sugerencia Hammer, si tienes tiempo y ganas échale un vistazo que me gustaría conocer tu opinión:
http://relatosneverland.blogspot.com.es/2013/08/la-sombra-y-la-luz.html
¡Muchas gracias amigo! en cuanto pueda le echo un vistazo al enlace por supuesto :D
EliminarAbrazos
Finalizado el segundo relato y con ganas de empezar el tercero. Solo puedo decir que me encanta.
ResponderEliminarUn saludo
¡Muchas gracias por tu comentario! :) Tienes la continuación de la historia a tu disposición cuando quieras :D
Eliminar¡abrazos!